A lo largo de los siglos, en todas las culturas, los seres humanos han creado monumentos de verdor y acequias labradas en piedra para evocar un mítico lugar ideal, frondoso, donde siempre es primavera, los animales son serenos, los hombres pocos y pacíficos, y el alimento abundante. Mario Satz ahonda en la construcción de esas obras de arte vegetal que aún hoy nos sorprenden y admiran.