Pensar que los niños, por su inocencia, no pueden ser asesinos es un tremendo error. Solo a veces sufren alguna patología mental que los lleva asesinar, pero en ocasiones sus circunstancias vitales son determinantes o simplemente sienten placer por ello. En ocasiones, como ocurre con los meninos e meninas das favelas , los del Señor de la Guerra o el Estado Islámico, su situación vital les obliga a asesinar para sobrevivir. Las estructuras de personalidad psicopática, desde la infancia, muestran un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y carácter desinhibido. Desgraciadamente su perturbación no tiene edad y ya siendo niños o adolescentes se muestran impulsivos, violentos e incapaces de entablar relaciones afectivas duraderas. Pueden llegar a ejercer una violencia que aparentemente solo los adultos son capaces de generar. Sin embargo, el estudio de estos niños suele ser muy controvertido ya que, al ser menores, la ley les considera inmaduros y no les hace responsables de sus acciones. En todo caso, la dureza emocional, la impulsividad y la ausencia de miedo son elementos