Geografías de hojas, pájaros y rocas que se transfiguran en paisajesinteriores. La misma importancia tienen en ellos el vuelo de un ave ylos cambiantes colores de un bosque, la nostalgia de la casa veraniega y los cristales de hielo que se derriten con los rayos iniciales dela primavera, la inmensidad de un mar vacío, fascinado, y la penamortal de una ausencia irreparable. Bastan dos versos (Amo este mundo. En eterno cambio / vive y despliega su belleza) para trazar laslíneas maestras de una poética donde se modulan, sin apenas violencia, los variados estados del alma. Y siempre en el trasfondo, en losespacios en blanco, la presencia humildísima del amor. La ediciónbilingüe ruso-español es obra de Manuel Abella Martínez, traductortambién de Vladímir Soloviov y Semión Frank.