Es bastante habitual oír que el mundo es pequeño y que ya lo sabemos todo, que basta hacer un clic para llegar a cualquier parte. Sin embargo, como sabemos, eso no es cierto. El mundo es enorme, verdaderamente enorme. A pesar de poner la mejor voluntad, nunca --- lograremos descubrirlo, entenderlo y explicarlo por completo. Todos nosotros, viajeros, profesionales o turistas ocasionales, que nos sentimos de alguna manera atraídos por la fascinación de los viajes, lo sabemos, pero, de hecho, no vivimos esa cuestión como una frustración, si no como una oportunidad. Vamos, marchamos, buscamos cómo dejarnos impresionar por los colores y la luz; aprendemos a distinguir los sabores, los sonidos y las lenguas, y lo hacemos porque nos gusta, nos enriquece y nos estimula. Obviamente, después uno debe establecer una estrategia: en el planisferio ideal que cada uno tiene colgado en una pared de su casa, colocamos las banderas o coloreamos de rojo los lugares que hemos visitado, al igual que algunos pilotos de guerra hacen una señal sobre el fuselaje por cada avión que han abatido. Seamos claros, querríamos más y m