Padeció el destierro y el presidio en vida, y tras de muerto fue condenado al mayor de los olvidos. Quintana es hoy un completo desconocido para el común de los españoles y su nombre apenas aparece en contados ensayos literarios como el gran poeta y dramaturgo que fue. Sin embargo, tras él late, oculta, una fascinante historia de lucha social y política, en pro de su idea liberal de la patria, que lo convierte en una figura clave para entender esa España del s. XIX que se disputaban absolutistas y liberales ante la amenaza francesa.
Tratando de fundir la dimensión incontestable de los hechos con la de una personalidad compleja y una trayectoria vital llena de incógnitas, Manuel Serrano rescata a Quintana de la imagen de poeta neoclásico frío, amanerado y pomposo y nos descubre por primera vez, en un estudio global, la talla intelectual y humana de un hombre que creyó firmemente en la necesidad de comprometerse con su tiempo. Dramaturgo de éxito, importante historiador, autor de notables biografías y pionero del periodismo político moderno, por su implicación trabajó también como funcionario, aceptó ser ayo y maestro de la reina Isabel II (que lo coronaría de laurel años después) y resultó determinante en el desarrollo de la instrucción pública del diecinueve español. Por su denuncia de la tiranía, su defensa de la libertad y la nación y su exigencia de una interpretación liberal de nuestra historia, uno de sus más feroces enemigos, Antonio de Capmany, lo calificó como el patriarca del liberalismo español.