Mike Newall, maduro profesor en Oxford, filósofo, especialista en Wittgenstein y divorciado trata de rehacer su vida. Cuando fallece su colega y compatriota neozelandés Donovan O'Dwyer, profesor de Historia y leyenda viviente de las tabernas que frecuentan los universitarios, Mike asiste al funeral y hace determinadas promesas a la viuda. Después de la ceremonia le revela a su viejo amigo el jurista Bertie Winterstoke un secreto que O'Dwyer se llevó a la tumba.
Durante la segunda guerra mundial, cuando los paracaidistas alemanes cayeron sobre Creta y echaron a los británicos, O'Dywer era oficial del contingente maori, y uno de los soldados a su mando murió en estremecedoras circunstancias. Los deudos cuando se enteraron lo consideraron responsable y lanzaron contra el militar una makutu, la maldición maori. Winterstoke le exige a Mike que se lo cuente todo, y durante varios días Newall procura hacerlo. Pero la vida de O'Dwyer está extrañamente ligada a la suya.
Poco a poco, a través de una serie de hilos argumentales entretejidos y bellamente narrados, se establece una reflexión sobre la memoria y sus lagunas, el lenguaje y sus limitaciones. Hasta que Mike Newall descubre la manera de hacer que descansen los fantasmas de O'Dwyer... y los suyos propios.
Christian Karlson Stead nació en Nueva Zelanda en 1932. Novelista, crítico literario, poeta, ensayista y editor, publicó en 1971 una novela sobre la guerra del Vietnam, Smith's Dream, que fue llevada a la pantalla en 1977 con el título de Sleeping Dogs (Perros durmientes, producida y dirigida por Ronald Donaldson). Ha ganado dos veces el Premio del Libro de Nueva Zelanda con All Visitors Ashore (1984) y The Singing Whakapapa (1994). Recordando a O'Dwyer (Talking about O'Dwyer) quedó finalista en el 2000 Montana New Zealand Book Awards y mereció la siguiente crítica de John de Falbe en The Spectator: «Me parece incontestable que C. K. Stead figura entre los mejores novelistas contemporáneos».
Hay una tensión evidente entre los trabajos de Stead como profesor y crítico, y su obra como narrador, y otra tensión entre Stead y sus compatriotas por su postura mordaz contra las ideas liberales en materia de educación, literatura, feminismo y movimientos por los derechos de los indígenas. A tal punto que ninguno de sus libros es recibido con indiferencia en su país.