Números que se juntan, se enfadan y se hacen amigos; acentos que caen en un pueblo y lo colorean por error; pieles rojas que aparecen en un belén; puntos y comas, niños y tíos, lunas, oficios, gatos, cohetes...
El Rodari de siempre en una colección de poemas tiernos, ingeniosos y rebosantes de imaginación, volcados al castellano con cariño (y libertad) por el maestro traductor Miguel Azaola.