Insatisfecho con la seguridad que le ofrece el hogar familiar, el protagonista es un aventurero deseoso de
recorrer el mundo y hacer fortuna, que acaba convirtiéndose en un náufrago obligado a vivir en soledad en una isla
desierta y a resolver sin ayuda los problemas cotidianos que se le plantean. A pesar de las adversidades, su actitud
pragmática y a la vez emprendedora refleja la postura vital del propio Daniel Defoe y de buena parte de la sociedad en
la que vivió, que a comienzos del siglo XVIII dejaba atrás estructuras anquilosadas para buscar nuevos modelos de
progreso.