En ¡Rusia es culpable! Cinismo, histeria y hegemonismo en la rusofobia de Occidente, el autor quiere, ante todo, mostrar su malestar y disconformidad ante el monolitismo informativo vigente sobre el conflicto ruso-ucraniano, reflejo de una interpretación intencionadamente falseada de la historia y la política internacional, sosteniendo la tesis de que esta crisis es, esencialmente, el resultado de la indecencia política y la perfidia histórica de Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, que utiliza a la UE como acólita y a la OTAN de instrumento agresivo neoimperial. Para ello recupera aquel grito de ô¡Rusia es culpable!ö con que el régimen golpista español lanzó en 1941 su División Azul contra la URSS invadida por el ejército alemán, contribuyendo al cruel cerco de Leningrado. Y se escandaliza de que sea éste el mismo eslogan con que el Occidente más caracterizado anatematiza a la Rusia actual, asimilándola a la Unión Soviética desaparecida en 1991 como justificación para erosionarla e impedir su recuperación como gran potencia, al tiempo que se rechaza su voluntad de cooperación. En estas páginas, que