Un día, el Señor Gato es expulsado de su casa. Su dueño, harto de sus fechorías, lo ha tirado por la ventana. Casualmente aterriza sobre unas botas rojas y, con ellas y una gorra que encuentra en la basura, comienza a vagar en solitario por la ciudad. Se puede sacar el mejor partido de todo lo que nos ocurre, eso parece plantear el autor desde una historia llena de humor e ironía.