Clarissa se prepara para dar una fiesta y, en su camino, se cruzan antiguos amantes y amistades de infancia. Bajo su aparente sencillez, esta premisa oculta una estructura compleja, en la que el pasado y el presente se entrelazan en un intricado juego narrativo. Virginia Woolf rompe con la narrativa británica tradicional y propone una magistral reflexión sobre el paso del tiempo, el feminismo y la locura.