Sevilla revestida por casi tres mil años de historia y el paso de infinidad de culturas no estuvo bien vertebrada hasta el último tercio del siglo XVIII. El rey Carlos III, el 13 de agosto de 1769, dictaba una Real Cédula por la cual disponía en dieciséis apartados la división de la ciudad hispalense eligiendo a Pablo de Olavide para configurar la nueva distribución. Se establecía en atención a los Privilegios que goza por el Asiento de Bruselas y otros, dividirla en cinco quarteles. Uno de nueva creación, al arrabal de Triana y, los otros cuatro, en el casco histórico delimitados por la intersección de dos ejes imaginarios. Uno trazado entre Puerta de Jerez y Puerta de la Macarena y, el otro, desde Puerta Real a Puerta de Carmona, ambos entrecruzados en la Plaza de la Encarnación. Cada quartel constaría de ocho barrios y estos, a su vez, dispondrían de ocho manzanas. Por tanto, habría un total de trescientas veinte manzanas, de ellas doscientas cincuenta y seis alzadas en la margen izquierda del Guadalquivir y las sesenta y cuatro restantes en el arrabal trianero. Sevilla . con su lunita plateada nos acompaña e impulsa a transitar con calma y espíritu curioso por el Barrio de Santa Cruz, la Judería Vieja, la Morería comentando los sucesos históricos, legendarios, anecdóticos o curiosos acecidos en este Quartel B, acotado entre Puerta de Jerez, Plaza de la Encarnación y Puerta de Carmona.