Sexus se centra sobre todo en las experiencias sexuales del narrador-protagonista, y éstas se narran con una absoluta carencia de prejuicios, de un modo directo pero no por ello descuidado, sino todo lo contrario: dotando a esta temática de una dignidad literaria que hasta entonces muy raramente había tenido. La fuerza expresiva, la imaginación metafórica y la pasión en la creación verbal convirtieron esta novela en uno de los clásicos más escandalosos de todos los tiempos, pero, sobre todo a raíz de la continuación de la trilogía, pronto se comprendió que esta novela es un paso previo y necesario en la exploración de las dimensiones principales del ser humano.
Con Sexus abre Henry Miller la trilogía que sin mucho acierto se ha conocido a veces como La crucifixión rosada, formada por Sexus, Plexus y Nexus. Si bien los Trópicos descubrieron a muchos lectores la fuerza y la potencia expresiva de Miller y supusieron una piedra de toque para la narrativa posterior, esta trilogía mantuvo el mismo nivel, desprendiéndose de las referencias a espacios geográficos para centrarse en las vivencias del narrador-protagonista. Con ello marcaba un camino a la llamada narrativa del yo y estrechaba las vinculaciones entre trayectoria profesional y amorosa y exploración de la propia interioridad.
Esta trilogía nos descubre nuevas facetas del arte de Miller y forma parte de la obra narrativa mayor de uno de los autores más personales de todos los tiempos.