A Julián le gustan tanto las sirenas Se imagina convirtiéndose en una de ellas, nadando y jugando con los peces. Entonces, mientras su abuela se da un baño, él se las ingenia para disfrazarse de una hermosa sirena. Julián se coloca las hojas de una planta a modo de frondosa cabellera. Le añade unas flores. Se pinta los labios frente al espejo y, por último, con una cortina se fabrica una elegante cola de sirena. Cuando su abuela sale del baño se queda atónita. Julián se asusta. Piensa que está enfadada, que quizá lo regañe, que no está bien lucir como una sirena... Pero su abuela lo sorprende regalándole un collar para completar su atuendo. Luego lo lleva a una tradicional fiesta de Carnaval. Allí desfila junto a pulpos, medusas, peces de distintos colores y, por supuesto, sirenas, muchas sirenas como él. Estamos ante un álbum con un texto mínimo, pero con un despliegue de ilustraciones desbordantes de color y profundo significado. Una historia contada con sobriedad y sensibilidad, que arroja los estereotipos femeninos y masculinos por tierra (¿no debería un niño disfrazarse de tiburón