La extraordinaria epopeya de la familia de Oriana Fallaci constituyó el material de la que acabaría siendo su obra póstuma, una fascinante saga que lleva al lector hasta la Italia de los siglos XVIII y XIX y le sumerge en un retablo de «personalidades intensas, nunca irracionales, que jamás renunciaron a proyectos ambiciosos, casi temerarios, donde el afán de superación se enfrentaba a la fatalidad del destino, negándose a aceptar los límites impuestos por la cuna, la biología o el azar» (El Cultural).
Entre todos estos personajes hay que destacar, sin duda, mujeres indomables como Caterina, quien, para que su futuro esposo, Carlo Fallaci, pueda identificarla, acude a la feria de Rosìa con un sombrero lleno de esperanzas y la única esperanza de que su futuro marido le enseñe a leer y a escribir, un modelo, sin duda, para la personalidad de la autora.