Encerrado en un hospital psiquiátrico, Thomas Quick confesó haber asesinado a un muchacho de once años. Durante la siguiente década Quick afirmó estar detrás de más de treinta crímenes sin resolver. Pero el periodista Hannes Råstam descubre que la policía, los abogados y los médicos habían intentado hacer pasar a un enfermo mental por uno de los peores asesinos en serie de la historia.