Entrerríos es una ciudad cualquiera acunada entre dos cauces fluviales, uno de esos lugares en que los rumores alientan murmuraciones, donde casi nada se sustancia y todo se da por sobreentendido, haciéndonos dudar de que cuanto se narra haya ocurrido, aunque no de su certeza. Esta localidad es la auténtica protagonista, pues fagocita la voluntad de sus habitantes hasta el punto de someterlos bajo su influjo. Por sus calles transitan poetas sin graduación, periodistas arribistas, policías sentimentales, empresarios demediados, políticos con mando en plaza y los miembros de una extraña sociedad literaria secreta. Todos van en pos de sus propios afanes, mientras uno tras otro florecen, como amapolas en las cunetas, los cadáveres de varias prostitutas. Como toda obra de ficción, Todos hablan aspira a ser más real que la misma realidad y al mismo tiempo a lo universal, pues, como afirma la cita bajo cuya advocación se nos presenta, «si algo existe en un lugar, existirá en todos». Esta novela obtuvo el XIII Premio de Novela Corta Encina de Plata.