En los primeros años del nuevo milenio, la industria química ha conseguido sintetizar su último prodigio: una droga capaz de borrar los recuerdos. El mundo se reduce cuando uno es capaz de olvidarlo casi todo. Por las páginas de Tokio ya no nos quiere desfilan Arizona, Tokio, Bangkok, Ho Chi Minh, Berlín o Madrid. También los aeropuertos saturados, las gélidas habitaciones de hotel y las autopistas desiertas. Crímenes y pecados y los sueños más extraños en un mundo globalizado que lucha contra su propia memoria.