Fernando Zamora ofrece una poesía que nace del silencio y vuelve a él. Así se muestra en 'Tratado de conservación': su propósito de que la palabra vibre un momento, solo un momento, que haga un quiebro vivaz, o súbita resplandezca en su huida. Poemas delgados, sin alharacas, como un escorzo o un susurro, con su duende. Esa misma vena literaria se percibe en sus anteriores poemarios: desde 'Fragmentos y variaciones' (1994) hasta 'Libro para quemar' (2007). Ese duende no resulta ajeno a la burla, al volatín, porque la palabra es ?tiene que ser?, ante todo, libre; y la sociedad la domestica y la conturba, la saca de su ser para hacerle decir lo que no debe... Pero sus poemas no solo son eutrapelia, guiño cómplice, sino también apunte íntimo, temblor elegíaco.