Tras el divorcio de sus padres, Frank ha dejado atrás su ciudad, a su padre y a sus amigos, para vivir en un lugar en el que se siente extraño. Sin embargo, su afición al fútbol y su habilidad en el juego le ayudan a integrarse en una nueva pandilla y a sentirse pronto como uno más. Su toque especial con el balón le hace ganar puntos entre los chicos y chicas aficionados al fútbol del nuevo barrio. Un tono coloquial con toques de humor se mantiene en toda la colección, que recrea las relaciones de pandilla con el fútbol como principal punto de encuentro, en el que las niñas también encuentran su espacio.