El 5 de febrero de cada año, Agatina ayuda a su abuela Ágata a elaborar la sabrosa receta de las cassatelle, un dulce irresistible en forma de seno en honor a la martirizada santa que lleva su nombre. Transmitida de generación en generación, esta receta, que simboliza toda la belleza de los senos femeninos, pero también su trágica fragilidad, es el regalo más preciado que Agatina recibe de su abuela y con ella, el delicioso relato evocador de la historia de dos linajes de familias sicilianas a lo largo del siglo XX. Agatina recuerda cómo su abuela no se cansaba de repetir que los senos, las minne, debían ser siempre iguales y pares, como la misma naturaleza. Es uno de los tantos proverbios que la abuela Ágata le transmitía a su nieta, entre el olor de la ricota y el perfume del chocolate, junto con los «ingredientes básicos» para hacer de ella toda una mujer. De Catania a Palermo, vemos desfilar por las páginas de esta novela varias generaciones de mujeres sicilianas, con una multitud de destinos entrecruzados