No se pude volver a los dieciocho. A los dieciocho años, que es el tiempo de la aventura y de la generosidad. Y quizá es mejor que sea así.
No se puede volver a los dieciocho años, pero sí se puede convivir una semana entre personas que viven en ese tiempo.
Y eso fue lo que hice.
Transité entre los jóvenes de Benedicto XVI muy bien acompañado. Transité aquel Madrid de un millón de jóvenes.