Un tal Lucas no es un libro de cuentos, ni es una novela, ni es una obra miscelánea. Es un libro de Julio Cortázar. Y es un verdadero manual contra la solemnidad. Un tal Lucas es un itinerario espiritual de lo cotidiano, una carta de navegación ciudadana llena de guiños, de picardías, de señas dirigidas al lector como una invitación a participar en el juego. Un juego que aquel podrá comenzar por donde quiera, abriendo el libro por donde lo desee, saltando sus páginas.Bajo el nombre de Lucas, un tal Julio se explaya sobre sus pianistas favoritos, la vida de algunos artistas excéntricos, las costumbres de ciertas familias argentinas, el amor y los amigos. Transgresor inagotable, también ofrece consejos para lustrarse los zapatos, escribir poemas reversibles, dar conferencias, hacerse echar a patadas de un concierto o nadar en una pileta de gofio. Podría ser que este tal Lucas ya hubiera hecho todo lo que tenía que hacer y ahora se detenga de vez en cuando para dejar, benévola o malignamente, constancia de algo de lo que hizo. Caprichosamente, sí, pero también con el admirable rigor de quien fue, en verdad, un maestro.