La biogenética actual impone preguntar: ¿Qué podemos lícitamente hacer? ¿A qué estamos obligados? ¿Hay que prohibir o permitir? Ante estas dudas, los filósofos no disponen de pautas de conducta eternas aunque sí pueden recomendar algunos códigos respetables.
Este libro invita a repensar la ética. Nos recuerda cómo estuvo relacionada con la política durante la antigüedad y el medioevo, hasta que Hobbes y Maquiavelo comenzaron a desvincular la política de la moral cristiana y a orientarla hacia la paz civil. Locke, Rousseau, Kant y la Revolución francesa contribuyeron a la domesticación democrática del Estado moderno, a la exaltación de la dignidad humana y su vinculación a la autonomía moral y la soberanía política. Después de la revolución social, el postmodernismo y la globalización, la tarea pendiente será instaurar una civilización humana planetaria de cooperación entre iguales-distintos. En este recorrido queda patente que los códigos morales no son invariables y el autor defiende que hoy la fuente de las obligaciones éticas debe ser la autonomía moral.
Desde una precisión de la noción de persona y rechazando todo paternalismo absolutista, tanto en el ámbito político-jurídico como médico, el autor analiza problemas como el acto generativo, el aborto, la vejez, la eutanasia y el suicidio. Una reflexión serena sobre el sentido de la existencia humana concluye esta excelente definición de la historia y los alcances actuales de una Ética para la bioética.