Regresan la inspectora Judith Krieger y su compañero Manni Korzilius en su caso más personal. Con una ambientación increíblemente lograda y unos personajes muy bien construidos y llenos de claroscuros, Gisa Klönne presenta un inquietante retrato de los bajos fondos de nuestra sociedad.
En una fría noche de invierno, bajo la lluvia de Colonia, aparece el cadáver de un conductor de tren apuñalado en una apartada estación. La inspectora de policía Judith Krieger y su colega Manni Korzilius se hacen cargo del caso, que parece motivado por el robo. Pero la perspicaz inspectora cree que algo más se esconde detrás de esta muerte y decide investigar en un taller colectivo de artistas situado cerca de la estación. Ahí conoce a la escultora Theodora Markus y a Paul Klett, su ex amante. A la noche siguiente, la policía es reclamada de nuevo en el barrio: una pizzería ha sido incendiada, con el propietario en su interior. En el sótano, Krieger descubre a una joven que aparentemente se ha visto obligada a prostituirse. El sórdido mundo de violencia y prostitución forzada en el que están a punto de adentrarse la inspectora y su compañero rebasa con mucho sus peores presagios.