Fiel a la rica tradición oral de su país, Liudmilla Petrushévskaia cautiva la imaginación con estos relatos directos, tan cercanos al espíritu místico y pesadillesco de Poe como a la sobria exactitud realista de Chéjov. Cada cuento transmite el peso de la vida y, al mismo tiempo, el roce vertiginoso de lo extraño.