El tiempo constituye una de las dimensiones fundamentales de la existencia humana, que refleja bien el talante fundamental que rezuma nuestra existencia. Vivimos en una época de estrés, prisa, angustia, depresión, frustración y ansiedad. ¿Puede el cristianismo aparecer como una buena noticia en una época de angustia? Con Cristo llega la plenitud de los tiempos y comienza un tiempo nuevo: el tiempo de la salvación. El cristiano vive inmerso en este tiempo de salvación y determinado por él. El centro de la fe cristiana proporciona una vivencia sana, reconciliada, esperanzada y plena del tiempo, también en nuestra época de angustias y de prisas.