Dueño
de un lenguaje y un mundo que lo han convertido en una de las voces más
brillantes de la poesía española última, Carlos Marzal ha
trazado con sus sucesivos libros una trayectoria de gran coherencia en la que
su obra poética ha ido ensanchando su alcance al encuentro siempre de la vida,
de la intensidad de la experiencia, de la constatación de la meta última de
todo poema, que es iluminar ámbitos para los que la lógica y la memoria se
muestran insuficientes.
Cinco
años después de Fuera de mí, Marzal entrega en Ánima mía poemas que vuelven al
timbre grave y profundo de Los países nocturnos, pero con un lenguaje
que es ahora una fuente inagotable de prodigios, para expresar la celebración
de la existencia y el sentimiento de desamparo, la gravedad de la muerte y la
exaltación de la vida a través de las diferentes magias que constituyen la realidad. Una voz
que se muestra aquí tan hímnica como elegíaca, tan celebratoria
como trágica. Todos los tonos y las cadencias que parecían ir desplegándose en
los libros anteriores, encuentran su integración en este deslumbrante poemario,
tal vez el más representativo y maduro del autor.