Cinco personajes, que son a su vez
los narradores de las cinco primeras partes de esta novela, cartografían sus
mundos particulares desde sus obsesiones y manías, desde sus historias
personales -la mayoría de amor- contadas como una confesión absorbente. To-dos
tienen en común su afán de literaturizar la realidad, de desmenuzar desde la
reflexión sus experiencias. Comparten una misma formación, porque en el pasado
fueron compañeros de colegio, y diferentes casualidades nos descubren
relaciones inesperadas en sus vidas, que en su deriva se entrecruzan y
colisionan por suerte de una amiga común. Sus historias yuxtapuestas conforman con
un hilo sutil, pretendidamente débil, una visión compleja acerca de lo real, un
territorio dominado por el azar, los secretos y los malentendidos.
Operando a la manera de los círculos concéntricos, que se ensanchan y
quedan englobados finalmente en una novela total, Los reinos de la casualidad se presenta como una suma narrativa en
la que caben todos los géneros, desde el cuento al diario, pasando por la
novela corta, los aforismos o el relato largo.
Con estilo nabokoviano, atravesado de profundo humor, Marzal
apuesta por una narración que se desprende -como preconiza Kundera en su
defensa de la novela moderna- de la servidumbre de la story y que se encamina a la digresión
reflexiva como fundamento. Una novela sobre el amor, el deseo y la obsesión por
la literatura como manera de entender el mundo y los hombres. Una prosa
magnética en la que cada página está entendida como unidad literaria.