n el presente que vivimos, donde el capitalismo voraz engulle cualquier esperanza de los de abajo por cambiar el mundo, se hace más urgente que nunca partir de Gramsci para tomar impulso, heredar su espíritu y actualizar su filosofía.
Tomar impulso desde Gramsci supone adoptar una postura crítica frente a las contradicciones que impregnan el tiempo presente y liberarse de la pereza e indiferencia de quienes viven pasivamente los acontecimientos como si fueran el producto de una necesidad histórica inescrutable. Heredar su espíritu significa metabolizar su conciencia infeliz y no reconciliada, ejercitar la pasión duradera por un futuro más justo, perseguir una felicidad superior y enarbolar el valor de la política. Actualizar su filosofía es recuperar un humanismo radical que, haciendo del ser humano el libre creador de su mundo, tenga como objetivo redimir el dolor de los humillados y ofendidos. Partir de Gramsci entraña, en suma, combatir en nombre de una humanidad más justa y por una sociedad menos indecente.