Una tarde de explosión de rabia contenida, escribió en su diario: «He sobrevivido con elegancia a Videla, a la decepción de Cuba y Mao Tse Tung, a la cocaína, a un aborto ilegal con anestesia total en condiciones insalubres, a una cesárea, dos tornados, un incendio, un accidente de moto, un divorcio, dos depresiones, un principio de brote esquizofrénico, al amor manipulador y al romántico, a un hijo rebelde y una madre furiosa. Como diría la gran Manuela Trasobares: “¡¿De qué me tengo que disfrazar?! ¡¿De qué?!”».