La exclamación hebrea Barminán (bahr-mee-nohn ¡Que la Providencia nos proteja!) que encabeza el título de esta novela, nos sitúa vertiginosamente en el truculento mundo de angustias y pesares de los conversos sefardíes del siglo XV y XVI. Con esta credencial se inicia una novela que está basada en hechos reales ocurridos entre los años de 1502 y 1504 en Córdoba.
El desenlace, ocurrido el día 22 de Diciembre de 1504, supuso el mayor brasero inquisitorial de la negra historia de este tribunal. En él fueron pasto de las llamas ciento cuatro desafortunadas víctimas del afán persecutorio de Diego Rodríguez Lucero, inquisidor general de Córdoba, tan siniestro como insaciable. Sembró un terror de raíces tan insondables, que se transmitió de generación en generación y cristalizó en la amonestación popular con la que las abuelas asustaban a sus nietos indisciplinados hasta bien entrado el siglo XX: ¡Que viene Lucero!
Tan escalofriante historia requería las peculiaridades estilísticas, léxicas y sintácticas que el lector encontrará en su lectura, el pensamiento profundo y abatido que impregna todas las páginas y las reflexiones sobre las atávicas propensiones a la riqueza, al poder, megalomanía o necrofilia de la condición humana. Concita pues, a la reflexión profunda sobre el valor de la vida, el papel de las religiones, la historia, la Iglesia, el fanatismo, la ambición
Trata de alumbrar, en fin, una atrocidad perdida en el torbellino de la historia de la humanidad, empeñada en borrarlas y por tanto, condenada a repetirlas.