Barreras, altas y firmes barreras separan nuestros mundos posibles, las diversas vidas que nos pueblan. Hay barreras entre el campo del que venimos y la ciudad que se nos ha metido en los huesos; extrañas barreras ante la mano que quiere tocar al otro y llamarse amor. Barreras como dientes no nos dejan conocer el idioma de los animales y los ángeles. Hay barreras de tiempo, barreras de suerte; hay hostiles barreras que eleva el poder marcando lo que no. Se alza entre las horas la especialísima barrera que filtra luces a medio camino entre la vida y la muerte.
¿Y entonces, las palabras? Las palabras pueden ser ladrillos para el muro u honda que se tensa. Ese es su reto. Pero el poeta, niño frente a la altísima barrera de su vida, coge un junco y toma impulso.
Así, en este libro, Hasier Larretxea busca las vueltas del lenguaje para habitar grietas y rodeos. Tratando tal vez de alumbrar, precisamente, aquello que no sabría ser barrera: «rasguño en la norma / de genealogías», «murmullo que no puede silenciarse / bajo las huellas».