En Corriente invisible Antonio Luis Ginés conjuga las pérdidas y las ganancias, la sorpresa y el dolor compartido, y afronta la certeza del paso del tiempo contemplado desde la lucidez, sin falsas nostalgias. Y, por encima de todo ello, asoma la presencia vital de una claridad que mantiene prendida la llama, la calma frente a aquello que seduce de la realidad.