Érase una vez una bruja que era bruja.
Vestía al estilo de las brujas y tenía nariz de bruja,
lo que le hacía parecer una bruja.
A veces, los niños la veían por la calle y,
con los pelos de punta, gritaban:
"¡Una bruja!"
Y no se equivocaban.
Pero no era una bruja muy original ni demasiado creativa.
Ni siquiera divertida.
No.
Era una aburrida bruja aburrida.
Hasta que alguien muy especial apareció y...