Julio Valle es el capitán del pequeño velero Tagomago. Tras su iniciático viaje del héroe, lleva una vida recién estrenada de marino de fortuna. Holgazaneando por Baleares, recibe el mensaje de Empar Vidal, una vieja amiga que trabaja en el equipo de un prestigioso arqueólogo de la Universidad de Barcelona que se encuentra excavando la sorprendente tumba de un patricio romano en el recinto funerario de Porta Sarno, en Pompeya. Le anuncia la aparición de un hallazgo increíble, una primicia mundial. Julio, sin una mejor ocupación, se ve incitado veladamente por su amiga a formar parte del misterio. A bordo del Tagomago, un velero oceánico de treinta y siete pies, con una cocina recién instalada, cruza el Mediterráneo al encuentro de la historia.
Nada más fondear en la bahía de Nápoles, se verá envuelto en un doble juego de expolio y custodia cuyo eje será el Tagomago y su solitario capitán. Supuestos alquimistas que se dicen imperecederos buscan el vino en estado líquido más antiguo jamás encontrado, procedente de un pequeño viñedo al que los sulfuros del Vesubio, antes de desaparecer bajo la erupción del 79, dotaron de un don sobrenatural, pero no imposible. Un conflicto entre la ética y el conocimiento, la historia y la verdad, la moral y el deber, la libertad y el deseo.
Julio Valle debe garantizar la cadena de custodia de la reliquia líquida, para lo cual tendrá que mantener el equilibrio entre lo real y lo maravilloso con la vertiginosa serenidad de un héroe.