Celestino Grillo había regresado con su vestido de retales y con su destartalado organillo. Con él y con su música llegó la alegría al jardín. Pero en su visita a la colmena, la reina de las abejas decidió que ella también era capaz de hacer sonar aquel organillo e invitó a todos los bichitos a un concierto. Pero éste fue un desastre total y acabó con el organillo de Celestino destrozado. El grillo se quedó sin su organillo y pasó a convertirse en un vagabundo, hasta que un día la Mosca Tosca le consiguió un violín y volvió a deleitar a los bichitos con su música.