No fue hasta la década de los treinta cuando el cine de terror llegó a convertirse en un género cinematográfico. Nutrido, en el plano argumental, tanto de referentes literarios como de obras teatrales, encontró en el expresionismo una estética de las sombras asumida de inmediato como propia. Alumbró durante estos años decisivos los monstruos clásicos y un star system especializado
?encabezado por astros como Bela Lugosi, Boris Karloff y Lionel Atwill, y arropado por una galería impagable de heroínas y secundarios?, al servicio de una serie de temas recurrentes gracias a los cuales directores estrella como Tod Browning o James Whale, y talentos de la talla de Edgar G. Ulmer o Karl Freund, desarrollaron su carrera y deslumbraron al mundo entero.