Es un relato fascinante, tanto desde el punto de vista histórico como de la profesión, de cómo Sami Tarica llega a ser uno de los marchantes más reconocidos en el olimpo parisino de la segunda mitad del siglo XX. Descubridor de pintores como Jean Fautrier e Yves Klein, defiende su modernidad en forma de ?reinterpretación' de los clásicos.