Ningún hijo conoce del todo a sus padres, porque todos los padres se guardan secretos que, en la mayoría de los casos, se llevan consigo a la tumba. Esta historia empieza en el momento en que su protagonista, cuando todavía es un niño, descubre la primera grieta en una figura paterna monolítica, aparentemente diáfana y estable. Todavía tardará años en darse cuenta de que el secreto de su padre es una puerta que se abre a otros muchos lugares y, en última instancia, un legado tan atractivo como inquietante. Para el protagonista se convierte en un dilema y en un desafío vital, y para el lector en un verdadero festín de intriga e imaginación.