Relatos muy variados, intensos siempre, muy singulares muchas veces, extensos al principio, atenuándose después hasta llegar a la mínima expresión del minirrelato, con la excepción del postrero, el último cuento de todos los cuentos, que aclara lo necesario, todo lo que el lector debe acabar, por fin, sabiendo. Para los enamorados del cuento será difícil no recordar este libro.
?Manuel Pombo conoce el alma humana y sabe ironizar y ser sarcástico, mordaz y a veces tierno, lúcido siempre, demoledor cuando así lo decide. Empiecen a leer ya cuanto antes.? Alfredo Conde (Premio Nacional de Literatura).