Veintiséis años, y de pronto, el regreso. Héctor ha cambiado, pero las aulas son las mismas en las que un día fue estudiante. Ahora, como profesor, apenas cuenta con unas cuantas herramientas para enfrentarse a un sistema que parece moverse a otra velocidad, donde lo digital impone su dictado. Tal vez por eso escribe, para resistirse a la fugacidad de las pantallas, para atrapar en papel un precario recuento de sus días, como lo hicieron tantos otros desde que el mundo es fábula.
Con el instituto vuelven los recuerdos, las comparaciones inevitables, la extraña sensación de reconocerse en un espacio que ya no le pertenece del todo. ¿Cuánto de lo que fuimos sigue ahí, entre pasillos y pupitres?
Quizás más de lo que creemos.
Novela finalista al Premio Francisco Ayala donde concurrieron 800 escritores.