Los relatos de este libro beben directamente del mar, de su poder de evocación, del enigma que encierran las profundidades abisales, de su efecto sobre nuestra imaginación. No en vano, Fernando Molero alude en él a los escritores que desde el siglo XVIII han venido conformando la imagen que tenemos del mar: Daniel Defoe, Julio Verne, Emilio Salgari, Robert Louis Stevenson, Joseph Conrad y, por descontado, Herman Melville.
Como bien indica su título, Donde termina el mar transcurre en esa frontera imprecisa que separa la tierra firme del mar abierto, ese lugar donde conviven cormoranes, acantilados, playas agrestes, camarotes vacíos, naufragios, galernas o faros solitarios. Los hombres que viven en esta frontera son distintos de los que habitan tierra adentro, casi como si pertenecieran a especies distintas.
Por los relatos de Fernando Molero desfilan pescadores, maleantes, soñadores, escritores, hadas, marinos y, en general, almas errantes o perdidas impulsadas por el deseo de huir, de perderse en la nada, de embarcarse hacia el vacío. Son personajes firmes, consistentes, de carne y hueso, que parecen cobrar vida ante nuestros ojos a medida que leemos sobre sus vidas, nada apacibles.
Manuel Moyano