Leo Junker es un policía de asuntos internos que no atraviesa sus mejores momentos: ha roto con su pareja tras la inesperada muerte de su hijo, está apartado del servicio e intenta remontar con absenta y antidepresivos. Cuando una mujer es asesinada en el albergue para indigentes que hay en el bajo de su casa, Junker no puede evitar inspeccionar la escena del crimen y advierte que la joven muerta aprieta en su mano un objeto que le resulta familiar. Cuando se descubre que dicho objeto tiene sus huellas, lo que le convierte en sospechoso, no le queda más remedio que implicarse en el caso de forma extraoficial.