Sabiendo ya cercano el final de su vida, el narrador de El libro de las maravillas ingresa en una clínica de reposo donde se ve obligado a hacer balance. Convencido de que lo experimentado hasta entonces no ha valido gran cosa, decide elaborar una suerte de catálogo de vidas no vividas. Es así como, tomando por modelo el libro de Marco Polo, va recopilando historias ajenas con el convencimiento de que «un cambio radical en el presente puede modificar de dorma definitiva nuestro pasado».
Llevado por una curiosidad insaciable por el prójimo, va dejando constancia escrita de las vivencias de otros pacientes, como Bridoso y su invierno de emigrante en Hamburgo, donde fue testigo de una trágica inundación, o Bessa, cuya travesía en el maltrecho Ponta do Sol por el Mar del Norte acabó en naufragio.
Y entre estas vicisitudes y las de otros personajes -todos con su historia a cuestas- que pueblan la clínica Dantas, va urdiendo una narración calidoscópica que le permite compensar las carencias de su pasado.