El mundo según el tacto se centra en tocar con la lengua. ¿Qué lengua? A veces el español, a veces el portugués? Escrito de forma bilingüe, este poemario se presenta como una secuencia de tanteos. Como las manos dibujadas por Albrecht Dürer en la portada, los dos idiomas casi se tocan, se presienten, aunque su supuesto cuerpo común no existe, o está por hacerse? En este libro, el mundo, o parte de él, está justamente en el hueco entre estas dos manos: espacio invisible, vacío sensible.