Una nueva mirada a la etapa que más retos nos depara. Cuando en casa aparece la adolescencia, nos suele coger poco preparados, como una repentina tormenta de verano, sin habernos formado lo suficiente para abordarla desde la serenidad y la confianza. Un nuevo periodo que llega a nuestro hogar como un vendaval y nos adentra en un torbellino de discrepancias y discusiones con el que hasta ahora había sido nuestro pequeño. Sin embargo, la adolescencia no debería ser ni un problema ni una condena. Aunque se trate de una etapa repleta de transformaciones, tendría que convertirse en una nueva oportunidad para seguir creciendo juntos con amor incondicional y respeto. Para conseguir disfrutar del camino hay que aprender a mirarla y gestionarla en la forma en la que nuestro hijo ahora necesita: desde la empatía y el optimismo; enseñándole a quererse y asegurándonos de que sabe que le amamos sin condiciones y vamos a estar siempre a su lado.