INDICEIntroducción. Celebrar la Nación / Pensar con la Historia.CAPÍTULO I. EN LOS ALTARES DE LA INTELIGENCIA: PANORAMA ACADÉMICO DE LAS LETRAS, DE LAS BELLAS ARTES Y DE LAS CIENCIAS DE ESPAÑALas Academias en la España liberal.- En «presencia de otro siglo de oro»: académicos, escritores y cafetistas.- Archiveros en la Academia: la revisión del pasado nacional.- En el Ateneo: la «docta casa» liberal.- Los saberes morales y políticos de liberalismo.- El Ruedo Ibérico: cultura popular burguesa y populismo nacional.- Arte nacional, pintura de historia y Alma española.- Jardines Clásicos de España: los paisajes soñados de la nación.- Decorar la nación: ornato público y sociedad conmemorativa.- Renacimientos: el voluntarismo cultural de las regiones.- Los tónicos de la voluntad: la resurrección de España por la ciencia.- El crepúsculo de la nación y la cultura nacional española.CAPÍTULO II. EN LOS ALTARES DE LA HISTORIA: LA FIGURA AUSENTE DEL EMPERADORPatriotas y soñadores, literatos y artistas.- «El hombre más grande de su siglo»: la disputa histórica por la Casa de Austria.- El «grande Emperador y Rey de España»: la historia de los Austria al servicio de los Borbones.- Triángulos interculturales: la recepción española de la historiografía europea (Robertson, Baumgarten y Morel-Fatio).- Imágenes del siglo XX: ecos de la modernidad europea.- En los Altares del Nuevo Estado y la cultura de la España nacional: Atlante patético, César Visionario y Hombre para Europa.- Coda: conmemoraciones carolinas / promociones monárquicas.CAPÍTULO III. EN LOS ALTARES DE PIEDRA: LAS FIGURAS DE LA NACIÓNEl tiempo de las esculturas: el paisaje artístico de la Restauración.- La cadenas de la memoria: entre el «arte» cautivador y el público cautivo.- La sombra de un sueño: Madrid «capital digna de la nación, digna de España».- El paisaje de las regiones: arte nacional, personajes y políticas del pasado local.- Escenarios cambiantes / representaciones selectivas.CAPÍTULO IV: DERRUMBAMIENTO Y ANULACIÓN: MEMORIA E HISTORIA DE LA CULTURA NACIONAL ESPAÑOLAEspañoles fuera de España: experiencias sentimientos y memoria de la patria.- Guerra de ideas en España: cultura nacional española frente a cultura de la España nacional.- Las Españas del destierro: enigmas, secretos y realidad histórica de la cultura nacional española.- Continuidades: historias de los exilios y de la cultura liberalBibliografía
Premio 'Juan José Carreras' al mejor libro de historia contemporánea de autoría individual 2017,
otorgado por la Asociación de Historia Contemporánea.En su relación con la dimensión institucionalizada de la nación, la cultura nacional española surgió a lo largo del siglo XIX de la adecuación entre la entidad política del Estado y el sistema político liberal, la convivencia entre las ideologías y las culturas políticas, las realidades cotidianas de la vida social y el conjunto de producciones intelectuales, artísticas o técnicas que a ella se referían. Sin ser única, ni uniforme, sino plural y diversa, la noción abarcaba e incluía desde la historia nacional y su equivalencia con la historia de la literatura, la lengua castellana, el arte, los saberes políticos y las ciencias naturales, hasta el amplio cortejo de fenómenos intelectuales y valores morales asociados a la religión católica y los sentimientos patrióticos, sus traducciones simbólicas y sus imágenes alternativas, las interpretaciones que dieron lugar al mito de las dos Españas y la cultura del recuerdo o de la conmemoración.
En este sentido, los discursos y rituales de la nación alumbrados desde el primer liberalismo se vieron reforzados por la sociedad conmemorativa y la cultura de la conmemoración oficial que se consolidó a partir de la década de 1880. Un espectáculo público de la memoria histórica cuyas representaciones, ejecutadas por toda la geografía estatal en sus versiones locales y nacionales, incluían un variado repertorio de concursos académicos, juegos florales y aniversarios literarios y artísticos. A medida que el Estado de la Restauración aseguraba su posición, este catálogo se fue ampliando con la organización de magnos certámenes mercantiles e industriales (la Exposición Universal de Barcelona de 1888, la Hispano-francesa de Zaragoza de 1908 o la Iberoamericana de Sevilla de 1929) y, por supuesto, con las celebraciones de las «gloriosas efemérides» de la historia española. En este punto, por razones bien distintas pero con la función idéntica de reforzar los contenidos del nacionalismo español, dos eventos desplegados sobre el horizonte de expectativas y experiencias del Desastre contribuyeron de manera especial a desarrollar los mecanismos de las conmemoraciones oficiales: por delante, el IV Centenario del Descubrimiento de América de 1892, considerado por Edward Baker, «la culminación de la cultura conmemorativa decimonónica para la España oficial»; y, por detrás, el Centenario de los Sitios de Zaragoza y la Guerra de la Independencia de 1908.
Las cosas cambiaron con el resultado del conflicto de 1936-1939. En la medida en que los «enemigos» pasaron a ser los mismos españoles, la guerra civil y la suciedad política de la infinita posguerra romperán en pedazos el concepto de cultura nacional. Una vez silenciados los muertos, los exiliados, los cautivos y los vencidos, la abrumadora dictadura del general Franco se situó al margen de la historia al persistir de forma continua e incesante en perpetuar la profunda escisión de la idea de España. En la práctica, las nuevas doctrinas que se autoproclamaban como esencialmente nacionalistas, convirtieron la cultura del recuerdo y la conmemoración española en un cárcel para el futuro. Las políticas de la conmemoración de la dictadura fomentaron la imposición de una cultura nacional española unívoca y uniforme.
Desde 1975 hasta la actualidad, la vuelta a la pluralidad política impulsó el desarrollo de toda una serie de procesos conmemorativos y festividades públicas conectados con la construcción del Estado de las Autonomías y las nuevas sensibilidades políticas e identidades nacionales. A nivel estatal los gobiernos del PSOE y el Partido Popular plantearon sus políticas conmemorativas a través de un organismo dependiente del Ministerio de Cultura: la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (en la actualidad Acción Cultural Española). Las incertidumbres actuales derivadas de las diferentes visiones de España y la identidad de los españoles se han reflejado en los conflictos sobre la memoria y la deslocalización conmemorativa del Bicentenario de la Guerra de la Independencia. La era de la postglobalización abierta por la crisis económica ha vuelto a poner de actualidad las políticas de las conmemoraciones nacionales y el mismo concepto de la cultura nacional española.