«Si pudiéramos viajar en la máquina del tiempo, ese artefacto posible según Stephen W. Hawking, muchos haríamos nuestro primer viaje a la Córdoba de los Omeyas. Poder recorrer las calles de una ciudad capital del mundo civilizado, ver cómo eran las audiencias de unos reyes visionarios y clementes, cómo se preparaban los platos más exquisitos en las casas de las grandes familias, cómo estudiaban los niños, qué especias se vendían en los mercados, cómo se impartía justicia, cómo se hacía el pan y cómo se amaba en las alcobas. Podríamos escuchar, con la naturalidad de lo cotidiano, junto al gorjeo de los pájaros en la ribera del Guadalquivir, todos los idiomas conocidos, los conciertos de los mejores músicos y la voz sublime de los poetas andaluces.
No es necesario que la ciencia nos preste el cachivache para conocerlo, porque si leemos esta Historia de los jueces de Córdoba, de Aljoxaní, tendremos noticia, con la viveza de una experiencia sensorial, de la vida cotidiana en Córdoba hace, aproximadamente, mil años.»
Antonio Molina Flores