En 1937 Daniel Fuchs llega a Hollywood para trabajar en la adaptación de uno de sus relatos cortos. Su contrato de trece semanas se convierte en residencia permanente y marca el comienzo de su gran historia de amor con el cine. Esta obra reúne, por primera vez, lo mejor de su trabajo sobre el séptimo arte y registra los caprichos de la industria cinematográfica desde su Edad de Oro hasta el progresivo declive.